13 de noviembre de 2015

¿Cómo es el Laboratorio del Amor?



¿Quién quiere ver el Laboratorio por dentro? 

Me acabo de grabar un vídeo casero para enseñaros las entrañas de nuestra plataforma, nuestros foros, nuestro blog, la Biblioteca del Amor... 

y animaros a todas a uniros a nuestro espacio para compartir los procesos individuales con mujeres de todos los países que también creen que otras formas de quererse son posibles, y que se puede sufrir menos, y disfrutar más del amor:








Más info e inscripciones en mi web: 


12 de noviembre de 2015

Conferencia en México: La construcción sociocultural del amor romántico desde una perspectiva Queer. Coral Herrera Gómez



Aquí tenéis el audio de mi conferencia en la Universidad Autónoma de Aguascalientes, México, impartida el día 19 de Octubre de 2015. Fue la conferencia magistral con la que se abrió el VI Congreso Internacional de Ciencias Sociales y Humanidades, 
 un poco más abajo tenéis el texto completo para descargar o leer on line: 





6 de noviembre de 2015

¿Cómo amamos las feministas?



¿Cómo amamos las feministas? Todos los primeros de mes imparto una videoconferencia y luego hacemos un chat grupal en el Laboratorio del Amor, esta vez tocó hablar del tema de cómo amamos las feministas, y cómo nos relacionamos con los hombres y las mujeres, en el entorno laboral, en el familiar, en el social... aquí os dejo el vídeo que grabé sobre el tema por si os apetece verlo y opinar. 

Si quieres unirte al Laboratorio con nosotras, participar en el chat grupal y en los foros, y ver más vídeos de Coral, puedes inscribirte aquï: 



http://otrasformasdequererse.com/







Uneté al Laboratorio del Amor 
por 100 euros al año o 9.95 euros al mes

1 de noviembre de 2015

¿Cómo saber si he elegido un buen compañero, una buena compañera?


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Dicen que el amor es ciego, pero yo creo que para sufrir menos, y disfrutar más del amor, es fundamental elegir un buen compañero o compañera.

Si la pareja que eliges es buena persona, si tiene herramientas para disfrutar del amor, si tiene una concepción del amor parecida o similar a la tuya, si ambos vais al mismo ritmo, es más fácil vivir un romance inolvidable.



15 de septiembre de 2015

Claves para el tratamiento periodístico de las noticias sobre feminicidios y violencia contra las mujeres

Un buen ejemplo de @Calavera De la Reina en Twitter



Si eres periodista, blogger/a, o comunicador/a, y quieres contribuir con tu trabajo a la erradicación del machismo y la violencia de género, aquí tienes unas claves para informar con rigor, evitar la perpetuación de mitos, estereotipos y prejuicios machistas, y aportar a la construcción de un mundo más igualitario y pacífico. 

  1. Los feminicidios no son crímenes pasionales, y  la violencia de género no es un asunto privado e individual, sino un tema político que nos afecta a todos y a todas. No se puede presentar un asesinato como una demostración de amor: el amor y la violencia son conceptos completamente opuestos. Cuando se quiere a una persona, ni se la daña, ni se la mata: se la respeta y se la trata bien. Es preciso entonces desmontar la tradicional asociación entre el amor y el sufrimiento, y el amor y la muerte.  
  2. Los feminicidios no son accidentes, ni son "cosas que pasan". Es preciso evitar titulares como "Una mujer muere", ya que podría parecer que "perdió la vida" de manera natural, cuando en realidad ha sido un asesinato. También hay que evitar titulares misteriosos tipo: "Una mujer fue hallada muerta en su jardín", cuando en realidad fue asesinada. También es preciso evitar que al explicar la forma en que murió parezca un accidente: "Una mujer cayó por el balcón", "Una mujer se tiró por la puerta del auto en marcha", "Una mujer se precipitó al vacío", para después informar de que su pareja ha sido detenida (como si pasara por la escena del crimen por casualidad, como si hubiese tenido "mala suerte" de estar allí). 
  3.  Los feminicidios no son fenómenos aislados que ocurren muy de vez en cuando: suceden a diario en todo el planeta, por eso a menudo encontramos diversas agresiones a mujeres en el mismo medio de comunicación, pero sin que nadie relacione estas noticias. Es preciso relacionar todas las noticias del día que tengan que ver con la violencia hacia mujeres, niñas y niños, y explicar a la audiencia que son consecuencia del sexismo.  
  4.  No hay motivos para matar a una persona, de manera que no hay razones que justifiquen ningún asesinato. El o la periodista no tiene que explicar el por qué: lo importante es que el asesino está cometiendo un delito, sin importar su estado de ánimo o sus razones. Los celos, que suelen ser el argumento más utilizado para justificar los asesinatos de mujeres, no son una excusa para asesinar. Prueba de ello es que las mujeres no matan por celos, y hay muchos hombres en el mundo que tampoco matan cuando se ponen celosos. 
  5. Los feminicidios no pueden ir en la sección de "Sucesos" pues no son hechos extraordinarios: todos los días mueren cientos de mujeres en el planeta víctimas de la violencia de género, todos los días se destapan nuevos casos de trata y esclavitud sexual, todos los días se cometen violaciones, abusos sexuales, mutilaciones genitales a niñas. Por lo tanto, el tema es político, y debería ir en la sección "Política", "Nacional" o "Internacional". 
  6. El protagonismo de la noticia ha de estar centrado en la víctima de la agresión, no en el agresor o los agresores. Los que se suicidan suelen figurar en primer plano casi como si fueran víctimas: es más importante destacar la violencia contra las mujeres que la autoviolencia que ejercen contra ellos mismos. 
  7. Es esencial proteger la identidad y el lugar de residencia de la víctima (no mostrar fotos de sus rostros, ni lugares que puedan ser identificados por el vecindario).
  8. Es importante que el público asocie este tipo de asesinatos con las consecuencias penales que conlleva. Antiguamente, en muchos países, era legal matar a la esposa, hoy en día es ilegal y se paga con años de cárcel. 
  9. Es necesario hablar sobre las otras víctimas de los feminicidios: la madre, el padre, los hijos e hijas, amigos, familiares y gente cercana que formaba parte de su círculo afectivo.  
  10. Evitar la re-victimización de la imagen de las mujeres en las noticias. Se estigmatiza doble o triplemente a las mujeres cuando se le adjudican varias etiquetas discriminatorias: emigrante, lesbiana, anciana, trabajadora sexual, pobre, sin estudios...
  11. Evitar caer el estereotipo de que el maltrato está asociado a las condiciones de pobreza, marginalidad y migración. La violencia se da en todas las clases sociales, en todos los países, y en todos los grupos generacionales. 
  12. Evitar la culpabilización de la víctima: las mujeres no soportan malos tratos porque quieren, ni provocan al agresor para que las asesine. Es preciso evitar hablar de su belleza o sus encantos como armas femeninas, no pueden presentarse como motivos por los cuales el asesino "perdió la cabeza". Si ella obedeció o no, o las desavenencias de la pareja, tampoco son importantes para ilustrar la noticia (ella fue infiel, se marchó de casa, le abandonó, le engañó, pues ninguna de estas cuestiones justifican un asesinato).  
  13. Debemos identificar a las mujeres como sujetos en sí mismas y no como personas dependientes de otras (esposa de, hija de, hermana de....). Además, para hablar del presunto asesino, hay que evitar en lo posible el uso de los pronombres posesivos (su mujer, sus hijos), porque hay gente que piensa que puede maltratar y abusar de lo que es "suyo": "La maté porque era mía". 
  14.  La noticia debe explicar las causas de la violencia de género, que son principalmente el machismo y la desigualdad. Por eso es importante conocer las causas de la violencia machista y de la dependencia emocional femenina, y entender por qué la dominación masculina mata a tantas mujeres en el mundo a diario. Cuanto mayor es la desigualdad entre mujeres y hombres, mayor es la violencia contra la mujeres, y mayor es la impunidad de los asesinos.
  15. Evitar el uso del lenguaje sexista. Hay muchas herramientas on line para aprender a utilizarlo de modo que las mujeres no sean invisibilizadas, cosificadas o ninguneadas en los medios de comunicación. 
  16. No podemos seguir mitificando el terrorismo machista: las noticias sobre feminicidios no son narraciones para alimentar el morbo y entretener a la audiencia, sino un grave asunto político en el que las y los periodistas tienen una gran responsabilidad social. La violencia ni es bella, ni es poética, por lo cual debe evitarse la mitificación de los asesinatos de mujeres, y la idea de que la muerte es una sublime demostración de amor. Los asesinatos de mujeres no son tragedias bellas ni dramas románticos: es un drama humanitario.   
  17. Buscar datos sobre la violencia contra las mujeres, y diversificar fuentes con voces expertas en temas de igualdad y derechos humanos de las mujeres para que expliquen las causas de la violencia contra las mujeres. Pedirles, también, que nos propongan ideas que nos ayuden a aportar soluciones, a contribuir a la equidad de género y a la construcción de relaciones pacíficas e igualitarias. 

En gran parte, son los medios los que logran tener impacto en la opinión pública, por eso es tan importante que los profesionales de la comunicación se formen, se sensibilicen y ayuden a concienciar a la población. A pesar de que hoy por hoy el terrorismo machista apenas despierta indignación en la gente y no constituye una prioridad para nuestros gobernantes, tenemos que lograr que la gente se de cuenta de que no es un problema individual sino colectivo, y afecta a millones de mujeres, niñas y niños en todo el planeta. 

Si queremos acabar con la violencia, si realmente queremos un mundo de amor y de paz, tenemos que acabar con la desigualdad y el machismo.


Coral Herrera Gómez






Otros artículos sobre violencia de género: 


La masculinidad patriarcal y la violencia de género

El amor romántico y la violencia de género





6 de septiembre de 2015

No eres tú, es la estructura: desmontando la poliamoría feminista

Collage: Señora Milton
Ilustración de la Señora Milton

A nivel teórico y discursivo estamos haciendo grandes rupturas sobre el modelo de amor 
romántico monógamo y lo tenemos muy claro; a nivel emocional, son muchos siglos de 
patriarcado los que tenemos encima. El poliamor también genera mitos, finales felices, 
procesos enriquecedores, experiencias fascinantes, decepciones y frustraciones variadas.
Coral Herrera Gómez para Pikara Magazine.


        La poliamoría feminista es una nueva utopía colectiva para las que soñamos con un mundo igualitario, feminista y diverso. En este mundo ideal, las mujeres no estaríamos divididas en dos grupos: las buenas (fieles y sumisas sin deseo sexual), y las malas (ninfómanas, promiscuas y libres). Todas tendríamos derecho a tener las relaciones que quisiéramos sin sentirnos culpables, sin rendir cuentas a nadie, sin que se desate el escándalo social, sin que nos insulten, nos discriminen, nos castiguen o nos maten por ello.
Además, tendríamos mucho más tiempo para amar, para disfrutar de la vida y los afectos, para investigar y construir relaciones diversas, con o sin sexo, con o sin romanticismo. En el mundo poliamoroso feminista ideal no nos avergonzaríamos de nuestros cuerpos, no existiría el pecado ni la culpa, y podríamos disfrutar de nuestra sexualidad y nuestros multiorgasmos sin ningún tipo de traumas ni complejos.
Construiríamos una especie de ética amorosa para evitar las guerras románticas y las luchas de poder, y aprenderíamos a juntarnos y separarnos con cariño. En este código el objetivo general sería cuidar a los demás y cuidarse a una misma, aprender a resolver los conflictos sin violencia, evitar el sufrimiento innecesario, y aprender a disfrutar del amor y de la vida.
En un mundo de poliamoría feminista y queer no seríamos egoístas, celosas, ni posesivas, ni sufriríamos si nuestra pareja se enamora locamente de otra persona y necesita su espacio para disfrutar del colocón del enamoramiento. Podríamos llegar a ser, entonces, gente humilde y generosa que ama su libertad y la de los demás. Seríamos menos egocéntricas, pues no necesitaríamos sentirnos únicas ni especiales para alguien las veinticuatro horas del día. No aspiraríamos, como ahora, a ser el centro del Universo de la persona amada, pues en el mundo poliamoroso no hay centros, todo son redes interconectadas. Todos los afectos estarían en el mismo nivel, sin jerarquías: cada pareja se construiría desde la interacción y el presente, no habría amores clandestinos, y el amor no se encerraría en sí mismo, sino que fluiría libre, multiplicándose y expandiéndose.

18 de agosto de 2015

Desmontando el mito del amor romántico





El amor (no) es para siempre: dura lo que dura. Algunos amores duran veinte años, otros dos meses, otros dos días… por eso hay que saborear  el presente, y no trasladar tu mente al futuro incierto: la plenitud está en el momento que estamos viviendo, amar es estar presente, parar los relojes, disfrutar del  aquí y del ahora.

El amor (no) lo puede todo: no puede con la violencia y los malos tratos, no puede con la desigualdad y el machismo, no puede con el egoísmo ni con las relaciones que no funcionan. El amor no transforma a las personas violentas en personas pacíficas, ni a los promiscuos en monógamos, ni cura a la gente celosa, ni resiste vivo si ha de soportar demasiado dolor durante demasiado tiempo.  El amor no puede ser incondicional: si no hay respeto y buen trato, por ejemplo, no hay condiciones para el amor.

Las mujeres (no) nacimos para esperar: aunque las heroínas de nuestros cuentos infantiles son chicas que esperan a que un tipo apuesto les solucione sus problemas o les rescate de las catástrofes, nosotras no tenemos toda la vida para esperar. No tenemos la paciencia de Penélope, que estuvo 50 años esperando a que Ulises volviera de sus batallas: nosotras vivimos el amor aquí y ahora. No nos vemos ya como el descanso del guerrero, sino como protagonistas del cuento. No hay otra posibilidad que vivir el amor en el puro presente: el futuro está demasiado lejano.

“Los que más se pelean, (no) son los que más se desean”: hay gente que disfruta mucho peleando y sumergiéndose en la violencia pasional, pero es un desperdicio estar mal años de tu vida, con lo corta que es, entre llantos, conflictos, gritos, escenas de celos, insultos, palabras que hieren… . Tenemos que dejar atrás las guerras románticas, apostar por la alegría y el disfrute en el amor, y cambiar la perspectiva. Por ejemplo: los que comparten orgasmos y risas son los que más se desean. No rima, pero suena infinitamente mejor.

(No) estamos condenadas a sufrir por amor: podemos tomar decisiones, tomarnos descansos emocionales, distanciarnos cuando nos duele. Podemos desenamorarnos de quien no nos conviene, olvidarnos de las personas que no nos corresponden o no nos aman, elegir buenos y buenas compañeras para compartir la vida. Podemos cerrar puertas y convertir el presente en pasado, podemos abrir otras y convertir el futuro en presente. El amor no nos ata, ni nos limita, ni nos obliga a tropezar mil veces con la misma piedra: somos nosotras las que tenemos que hacernos responsables de nuestras emociones, y trabajarnos los obstáculos externos e internos que nos impiden disfrutar del amor.

Del amor al odio (no) hay un paso: el amor y el odio no son lo mismo. No me creo que alguien pueda amar loca y devotamente a una persona, y un buen día pasar a despreciarlo, a desear que le pasen las peores catástrofes, o ponerse a maquinar para que sucedan. Si quieres a alguien, lo lógico es que desees su felicidad y bienestar: junto a ti, a solas, o con otras personas. Creo que, entonces, el odio no es consecuencia del amor: es falta de amor, es ansia de destrucción, es un monstruo grande que siembra dolor en nosotras y en la gente que tenemos alrededor.  

Sin pareja (no) estás sola: no es cierto, hay mucha gente a tu alrededor que te quiere, que te aprecia, que te adora, o que se preocupa por ti. Hay mucha gente estupenda, también, por conocer: júntate con tu vecindario para celebrar, aprender, protestar, construir, cultivar, bailar. El mundo está lleno de buenas personas con ganas de compartir: no te quedes llorando en casa, sal a las calles, toma las plazas y disfruta de la gente.

Si tienes éxito, tendrás amor: la admiración de la gente no te va a hacer más feliz, y el deseo y la envidia de los demás no te va a traer necesariamente amor… Lo que te hace mejor persona no es tu aspecto físico o tu cuenta bancaria, sino tu capacidad para relacionarte con el mundo,  y para ser generosa, empática, solidaria, sincera, creativa, o buena persona. Si somos gente estupenda, lo vamos a seguir siendo aunque nadie se empareje con nosotras: nuestra valía personal no tiene nada que ver con tener o no pareja, con que se enamoren o no de nosotras.

El amor no se exige, ni se mendiga: si no te aman, acéptalo. Si te amaron y ya no te aman, asúmelo. No le pidas a nadie que cargue con tu dolor, no obligues a nadie a permanecer a tu lado o a renunciar a su libertad para no hacerte daño: todxs somos libres para unirnos y separarnos, para ir y venir, para intentarlo y para dejar de intentarlo. Y no hay malos ni buenos: lo del desamor nos ha pasado a todas, y a todos: sólo hay que cuidar mucho a la otra persona, portarse bien, y hacer las cosas con sensatez y cariño. Es posible, separarse con amor, romper con cariño, y mirar hacia delante con optimismo: es cuestión de ponerle amor.

“Quien bien te quiere, (no) te hará llorar”: no es cierto que cuando alguien te hace daño es porque te quiere mucho y le importas, no es cierto que quien te trata mal es por tu bien. Si alguien te quiere y te hace llorar es porque no sabe quererte bien ni tiene herramientas para disfrutarte sin dominarte. Es hora de romper la unión entre amor y sufrimiento: es posible (y aconsejable) disfrutar de la vida sin tragedias ni melodramas. 

(No) se te escapa el tren si no encuentras pareja, ni se te pasa el arroz: hoy en día la gente se une a todas las edades posibles, cada vez hay más personas sin pareja, y cada vez pasan más trenes, te puedes montar en el que te apetezca. Además, ahora el arroz ya no se pasa, nadie te obliga a casarte a una edad, y encontrar a un hombre no es obligatorio para ser madre. Lo importante para tu maternidad es la red de gente a tu alrededor que puede ayudarte a criar hijos/as sin necesidad de ponerse a buscar a toda prisa al príncipe azul. Necesitamos redes de ayuda muta y crianza en equipo, compañeros  y compañeras de vida, no sementales que nos adoren y nos mantengan económicamente.


“Sin ti no soy nada”, o “Haz conmigo lo que quieras”: el sadismo y el masoquismo son unas  herramientas muy divertidas para el placer en el juego sexual, pero no deberían ser usadas como armas para la vida real. En el día a día no tenemos necesidad ninguna de renunciar a nuestro poder para dárselo a otra persona como prueba de amor infinito. Someterse o dominar a la persona amada supone construir relaciones desiguales, dependientes, violentas y dolorosas, y resulta muy difícil salir de los círculos de la violencia (agresión-reconciliación, infierno-luna de miel) porque nos suelen tocar mucho la autoestima. Además, las relaciones sadomaso te aíslan de tu gente querida: no es fácil, para la gente que te quiere, verte en una relación destructiva o funcionando con la lógica del amo y el esclavo.


Se está mejor sola que mal acompañada: Hay millones de mujeres con pareja o casadas, inmersas en infiernos conyugales o en aburrimientos perpetuos  que envidian la libertad y el bienestar de las solteras. El matrimonio no es sinónimo de felicidad, echa unas ojeadas a los índices de divorcio en todo el mundo y a las altas tasas de soltería: cada vez son más las personas que no desean “aguantar” infiernos, porque lo que quieren es disfrutar de la vida, y del amor.



El amor es infinito, abierto, diverso y colorido: no se puede reducir sólo a la pareja. El patriarcado nos hace creer que es el Gran Amor de nuestras vidas, que los demás afectos no son tan importantes, que ninguna experiencia amorosa se puede comparar a la del romanticismo. Y no es cierto: somos seres sociales que necesitamos a los demás para sobrevivir y para ser felices. Nuestras redes de afecto, cooperación y ayuda mutua son imprescindibles para obtener los cuidos que necesitamos en la infancia, en la vejez, en la enfermedad, y en momentos importantes de nuestras vidas. Cuidar a los demás también forma parte de esas redes de amor en las que damos y recibimos, en las que aprendemos, batallamos, crecemos y celebramos la vida.

El amor es una energía y no hay jerarquías: todos los amores importan, todos los afectos nos nutren y nos hacen la vida más bonita y más fácil. Hay que desmitificar el amor romántico como la única vía para ser feliz: hay mucha gente que nos quiere y nos aprecia, hay muchas formas de relacionarse y de convivir, muchas maneras de construir vínculos hermosos con la gente. Es cuestión de liberarnos de la dependencia romántica para tejer redes afectivas que llenen nuestras vidas de gente hermosa, para  multiplicar y expandir el amor, y utilizarlo como motor para transformar y mejorar el mundo en el que habitamos.

Coral Herrera Gómez







Si quieres trabajarte lo romántico con Coral Herrera, 





17 de agosto de 2015

La masculinidad patriarcal y la violencia de género



El 90% de los hombres son asesinados por hombres, el 95% de las mujeres, también. De cada 3 mujeres en el mundo, 1 sufre o ha sufrido violencia por parte de un hombre. Los feminicidios son consencuencia de la cultura patriarcal en la que vivimos, aquí unas claves para entender cómo educamos a los hombres en la cultura del machismo y la violencia, cómo podemos hacer para desaprender lo aprendido, y cómo adquirir herramientas para acabar con la desigualdad, y construir un mundo más pacífico e igualitario. 




¿Por qué matan los hombres a las mujeres?


Los hombres matan a las mujeres en todo el mundo porque han sido educados, y están siendo educados, para que resuelvan sus conflictos mediante la violencia, por eso la mayoría de ellos la usan a lo largo de toda su vida para obtener lo que desean, o para arreglar sus problemas. 

Los hombres matan a las mujeres porque creen que son dueños de sus compañeras, sus hijas e hijos, su casa, su coche y su perro. Se sienten muy superiores a ellos, y como propietarios, hacen lo que les da la gana con ellos. 

Los hombres matan a las mujeres porque han sido educados desde niños para ser los reyes absolutos de la familia, y los dictadores en su hogar. Los niños aprenden que los hombres de verdad son siempre respetados, obedecidos y adorados, y que solo por ser varones gozan del amor incondicional y perpetuo de los suyos, especialmente si dependen de sus recursos económicos. 


Los hombres matan a las mujeres porque en la televisión aparecemos representadas como objetos de posesión que pueden ser comprados y vendidos, que pueden ser violados y abusados, que suelen sentir placer obedeciendo y sometiéndose, y que están ahí para satisfacer los deseos de cualquier varón que tenga algo de dinero. Y como cualquier objeto, si no servimos o no obedecemos, pueden destrozarnos con impunidad, porque la prensa lo llamará "crímen pasional" y explicara "sus motivos" (como si hubiese motivos para justificar el asesinato de una persona). 


Los hombres matan a las mujeres porque la gran mayoría no sabe gestionar sus emociones y viven presos de su sufrimiento, sus miedos, su dolor, sus traumas, sus inseguridades, sus malos recuerdos, sus carencias afectivas y sus problemas más íntimos. Cuanto más miedo y dolor acumulan, más dramáticos se ponen. Cuanto más inseguros se sienten, más violentos son.



Los hombres matan a las mujeres porque son machistas: creen que en el mundo unas personas valen más que otras, y nada más nacer se les coloca en la cúspide de la jerarquía socioeconómica y se les regala una serie de privilegios: mejores salarios, los puestos políticos y empresariales más altos, la propiedad de todas las tierras del planeta son de ellos (más de un 80%). Ellos gobiernan en mayor medida que las mujeres, ellos son los dueños de los bancos, las empresas, y los medios de comunicación.... ellos tienen los bienes y los recursos, lo que les da poder sobre los demás, y especialmente, sobre las mujeres. Nosotras somos, para los machistas fundamentalistas, como los animales: un objeto que se vende, se compra, se alquila, se intercambia por ganado, se disfruta, se explota, se mutila y se maltrata. 



Los hombres matan a las mujeres porque nuestra cultura amorosa es patriarcal y está basada en el egoísmo, en el sufrimiento, en la desigualdad, en las relaciones verticales, en las luchas de poder. El capitalismo romántico nos hace egoístas, el romanticismo patriarcal perpetúa los mitos románticos y ensalza el dolor como vía para alcanzar el amor. El romanticismo patriarcal está basado en la doble moral sexual, en el placer del sufrimiento, en la dependencia emocional femenina, en la violencia de género, en el odio como forma de relación, en el esquema de dominación y sumisión, o la estructura del amo y el esclavo. Los hombres se han creído que las mujeres somos buenas o malas, y siguen teniéndole miedo a nuestra libertad y autonomía, a nuestra sexualidad y erotismo, porque no saben cómo relacionarse con nosotras de tú a tú. Han sido educados para sentirse adorados, respetados y necesitados, no para construir relaciones igualitarias. 

Los hombres matan a las mujeres porque no soportan las derrotas. No saben gestionar una ruptura sentimental porque no les han enseñado que la gente puede seguir su camino libremente, que nadie nos pertenece, que todos somos libres para unirnos y separarnos. Los niños que son educados patriarcalmente en la competición más despiadada no tienen herramientas para relacionarse en condiciones de igualdad, necesitan sentirse ganadores, y por eso una ruptura sentimental se vive como un fracaso. No tienen herramientas para superar el duelo, no pueden hablarlo con nadie para no sentirse débiles o perdedores, no tienen a quién acudir cuando se sienten desesperados porque les importa más dar una imagen de ser alguien fuerte y poderoso. No pueden desahogarse, no saben pedir ayuda, y en la tele no dejan de enviarles el mensaje de que el uso de la violencia es legítima y normal cuando uno tiene que defenderse o defender sus propiedades.



Los hombres matan porque los héroes masculinos matan y están llenos de gloria. El dios de nuestra época es un dios guerrero, un macho mitificado por su fuerza y su violencia. En la publicidad, en los cómics, en las películas, en los videojuegos se rinde culto a todas horas a los guerreros asesinos, ya sean androides o caballeros medievales. Todos nuestros héroes consiguen sus objetivos a través de la violencia, por eso las películas se desarrollan entre balazos, bombazos, flechazos, navajazos, puñetazos, machetazos, y escenas de tortura y dolor. La mayor parte de las películas que emiten en cines y televisión tienen machos alfa, armas y sangre, gritos y violencia. En todos ellos el héroe exhibe su fuerza, su valentía, y su capacidad para aniquilar a quien se le ponga en el camino... los efectos especiales y la música de la ficción espectacular aumentan su poder de seducción sobre los espectadores y las espectadoras, que admiran la sensualidad de la violencia patriarcal y la poesía del sacrificio varonil.


15 de agosto de 2015

Los hombres y la violencia de género



El 90% de los hombres son asesinados por hombres, el 95% de las mujeres, también. De cada 3 mujeres en el mundo, 1 sufre o ha sufrido violencia por parte de un hombre. Los feminicidios son consencuencia de la cultura patriarcal en la que vivimos, aquí unas claves para entender cómo educamos a los hombres en la cultura del machismo y la violencia, cómo podemos hacer para desaprender lo aprendido, y cómo adquirir herramientas para construir un mundo más pacífico e igualitario. 


Coral Herrera Gómez Blog

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