Mostrando entradas con la etiqueta Otras formas de quererse son posibles. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Otras formas de quererse son posibles. Mostrar todas las entradas

24 de enero de 2018

Entrevista a Coral Herrera Gómez en Diario Público




Entrevista a Coral en Público por Beatriz Asuar Gallego:

Los mitos del amor y la realidad de las relaciones sociales: una distancia tan grande que parece existir en mundos paralelos. Este es uno de los motivos que impulsó a la antropóloga Coral Herrera a comenzar a investigar sobre el amor romántico: "Desde pequeña me contaban cuentos que luego no veía en la realidad. Lo que veía en mi vida eran peleas, divorcios, gente sufriendo, errores… y los mitos me presentaban el amor como algo maravilloso y que dura para siempre".

Buscando cómo llevar la teoría a la práctica y, sobre todo, conseguir "sufrir menos y disfrutar más del amor", comenzó a estudiar el amor desde una perspectiva feminista. Así, se lanzó a un mundo todavía desconocido e hizo la primera tesis sobre amor romántico. "El amor tiene que ser algo bonito y placentero, un motor que nos lleve a querernos y tratarnos bien y hacer un mundo mejor. Por eso, cuando termine la tesis doctoral la convertí en tres libros, abrí un blog y comencé a hacer talleres para que pudiera llegar a más gente". Y en este camino sigue, haciendo de su investigación y del amor un tema colectivo que abandone el ámbito individual y privado para que pase a entenderse como un fenómeno social.

Beatriz Asuar: ¿Cómo se construye nuestra forma de amar? 

Coral Herrera: Nuestra forma de construir el amor romántico tiene que ver con la forma en la que nos organizamos social, económica y políticamente. Lo romántico es político, y por ello, se construye a través de la ideología de ese momento. En la actualidad a través del capitalismo y del patriarcado. Así entendemos que se ame de forma diferente en distintos tiempos y en distintas culturas.

Por la ideología patriarcal construimos nuestra forma de amar en base a unos mitos que perpetúan el machismo en las relaciones. Y la capitalista se mantiene, principalmente, a través de la idea de la concepción de la propiedad privada: cuando amas a alguien, ese alguien te pertenece, eso de 'yo soy tuya y tu eres mio'.

Y la manera que tenemos de reproducir estas ideas es a través de la cultura: canciones, películas, chistes, series de televisión… Reproducimos así los mitos románticos del amor romántico.

B. A.¿Qué mitos del amor romántico?

C. H. Yo siempre hablo de tres frases principales: quien bien te quiere te hará llorar, los que más se pelean son los que más se desean y del amor al odio hay un paso. Tres ideas que están muy arraigadas en nuestro imaginario colectivo. De manera que si tú le gustas a un niño en el colegio es normal que el chico te haga rabiar, te moleste, te violente… porque todos los adultos se ríen y le parece muy normal que si tu le gustas a un niño, el niño te machaque y te acose. Hacemos creer eso a los niños, en vez de decirles, 'si te gusta fulanita, la tienes que tratar bien, dale unos besitos, si le gusta bien, y si no te aguantas'. Así se naturaliza la violencia, y ese es el principal problema, que lo tenemos tan normalizado que no nos parece violencia.

O que si no le haces caso, ella irá a ti…

Exacto. Y eso es maltrato. Los chicos así aprenden desde pequeños que cuanto más maltrates a una mujer, más la vas a tener en tu poder. Es un ejemplo de como nos enseñan desde pequeños a tratarnos mal y hacer sufrir a quien nos gusta.

¿Cómo sustenta el amor romántico la violencia machista?

El amor romántico tal y como lo concebimos es muy violento. Está basado en una forma de relación sadomasoquista. La cultura cristiana nos ha transmitido el placer del sufrimiento, que consisten en creer que para conseguir el amor verdadero hay que sufrir mucho, hay que aguantar mucho y hay que pasarlo muy mal. Este mensaje se transmite principalmente a las mujeres, que somos las que tenemos que aguantarnos, sacrificarnos y renunciar a todo.

"El amor romántico tal y como lo concebimos es muy violento"

Por otro lado, todas nuestras relaciones están basadas en jerarquías. En estas jerarquías, a veces mandas, y a veces obedeces. Y todo el amor romántico está construido en este binomio de sumisión - dominación, es decir, uno domina y otro se somete. No nos enseñan a relacionarnos horizontalmente, de tú a tú, de igual a igual. Y como vivimos en una sociedad tan machista, nuestra forma de querernos es machista y por eso siempre la sumisión es de la mujer ante el hombre. Y encima, como está acostumbrada al sufrimiento, no nos importa y nos creemos que así es el amor.

Con los jóvenes esto pasa aún más. A las adolescentes les parece normal que su novio le diga cómo tienen que vestir. O cómo tiene que ser el largo de la falda o el ancho del escote. Y este es el problema, que se ha normalizado y se ha teñido de amor lo que es control y dominación.

¿En estos procesos tan machacantes cómo acaba nuestra autoestima?

Nunca nos enseñan a querernos bien a nosotras mismas. Primero, porque desde pequeñas vemos a las mujeres más cercanas, mujeres que no les gusta sus físicos y que están siempre intentando perder kilos, con dietas, gimnasios, operaciones… Eso nos da la idea de que nuestros cuerpos son imperfectos y que tenemos que machacarlos para que sean como la sociedad quiera.

A nivel de personalidad, como las niñas tenemos que ser mucho mejor que los niños para ser iguales, nos lleva a un nivel de autoexigencia brutal que hace que tengamos que ser buenas en todo, y esto es imposible. Hay un mito de la superwoman que nos dice que tenemos que llegar a todo y esto nos hace sufrir mucho y sentir constantemente que tenemos que mejorar.

B. A. "Hay un mito de la 'superwoman' que nos dice que tenemos que llegar a todo y esto nos hace sufrir mucho"

C. H: La autoestima es fundamental para nosotras y para relacionarnos. Si yo estoy bien conmigo misma voy a tener una relación mucho más bonita. Porque si no me quiero bien voy a estar pensando que no me merezco el amor de la otra persona y que mi valía personal depende de si me quieren o no me quieren... Pero todos somos iguales de estupendos si tenemos novio o no. Antes, durante y después. Y no lo dejas de ser porque te dejen de querer. Esto nos cuesta mucho a las mujeres porque tenemos una necesidad enorme de reconocimiento externo, una dependencia enorme de cómo nos quieren los demás y de cómo nos ven los demás, y si nos aprecian los demás o no.

Esto tiene que ser un tema fundamental en las escuelas. Primero, que nos enseñen a querernos bien a nosotras mismas, y luego que nos enseñen a querer y tratar bien a los demás y gestionar nuestras emociones. Que nos enseñen a gestionar la pena, la alegría, la ira. la frustración... ¿De qué nos sirve aprendernos la lista de reyes visigodos? Absolutamente de nada. Lo que necesitamos es aprender a relacionarnos y aprender a que nuestras relaciones sean menos conflictivas y dolorosas. Aprender a resolver conflictos sin violencia.

Seguir leyendo en Público.es:

http://www.publico.es/sociedad/amor-romantico-coral-herrera-disfrazado-amor-control-dominacion.html

Otras formas de ser hombre son posibles

Artículo Publicado en la Revista Ajoblanco



“Nunca me enseñaron a poner palabras a mis sentimientos, así que me cuesta mucho nombrar mis emociones y expresarlas. Me cuesta desnudarme y compartirme, me cuesta mostrar mi vulnerabilidad, me cuesta lidiar con el miedo a que cuestionen mi virilidad, y todos estos miedos y carencias me han impedido disfrutar del amor. Ahora me lo estoy trabajando porque quiero ser más generoso con mis compañeras, y quiero construir relaciones más sanas y más igualitarias. Me he juntado con un grupo de hombres porque en compañía resulta más fácil liberarse del patriarcado”. Aitor
“Me pasé toda la infancia frustrado porque no podía proteger a mi madre de la violencia de mi padre, y ahora tiendo a ser proteccionista con mis novias porque tengo en mi cabeza la idea de que las mujeres son débiles y vulnerables, y me siento responsable de su seguridad y su bienestar. Estoy tratando de liberarme, pero sin darme cuenta me pongo en plan controlador, defensor y salvador de damas al estilo de don Quijote. Llevo el rol del Salvador muy adentro”. Deivich
“Me pasé toda mi vida odiando a las niñas y tratando de no ser como ellas. A mí me gustaba jugar con niños, y me cabreaba muchísimo que me comparasen con una nena o con un maricón. En la adolescencia follé con alguna chica para que me respetasen y admirasen mis amigos, pero nunca quise tener novia porque para mí lo primero era mi libertad. Un desastre, porque nunca las traté como personas, sino como un objeto para aumentar mi prestigio de macho. He perdido mucho tiempo de mi vida odiando a las mujeres, afortunadamente hoy estoy aprendiendo a relacionarme con ellas, a respetarlas y a tratarlas como a iguales”. Hernán

Los hombres no nacen, se hacen. El género es una construcción social y cultural: aprendemos a ser hombres y mujeres a través de los relatos de nuestra cultura, y a través de la socialización, primero con nuestra familia y círculo de gente más cercana, luego en las instituciones educativas. Nuestros modelos culturales de masculinidad y feminidad son los héroes y heroínas de nuestras novelas, cuentos, películas, canciones, series televisivas, cómics y videojuegos. La masculinidad es una performance que aprenden los hombres, y todo lo que se aprende se puede desaprender y reinventar.

Según Elisabeth Badinter, la masculinidad patriarcal se construye en oposición a tres grupos de personas: las niñas, los bebés y los homosexuales. Las niñas y los maricones son seres despreciables: son débiles, cursis, cobardes, dependientes, caprichosos, torpes, tienen menos fuerza física y menos inteligencia. Esta es la razón por la cual cuando un niño no cumple con los mandatos de género, se le degrada a la categoría de ser inferior. 

Ser hombre en un mundo patriarcal es agotador, porque, para no verse marginados, los hombres tienen que demostrar continuamente su hombría. Además, viven compitiendo entre ellos para ocupar los puestos más altos de la jerarquía social, aunque sólo unos pocos hombres tienen el poder. El resto asume su posición en la jerarquía sometiéndose a los de arriba, y oprimiendo a los de abajo: para que un macho alfa pueda ser inmensamente rico, los demás tienen que ser inmensamente pobres. Así es como se alían el capitalismo y el patriarcado para que el mundo funcione en base a esta estructura de poder tan injusta y cruel. 

Los hombres, entonces, no sólo son opresores, sino también oprimidos. Tienen más privilegios y derechos que las mujeres, pero también son explotados por hombres con más poder que ellos. Los hombres que no compiten, los que no obedecen, los que son diferentes pagan un coste muy alto por no ser como los demás. Desde la infancia hasta la muerte sufren burlas, humillaciones, acoso, agresiones físicas, torturas, violaciones, asesinatos: el patriarcado no soporta la disidencia. Los castigos van desde el rechazo familiar y social hasta la pena de muerte, como sucede en países que aún tienen leyes que permiten asesinar a hombres homosexuales, bisexuales y transexuales.

La identidad masculina en el patriarcado se construye en base a la aprobación y el reconocimiento de los demás hombres de la manada. La posición dentro de la jerarquía depende de su capacidad para acumular poder y riquezas, y para despertar la admiración y el deseo de los demás hombres y de las mujeres. Un macho alfa es más poderoso cuantas más mujeres penetra, y cuantos más hijos sea capaz de concebir. 

El primer mensaje que reciben muchos chicos desde su más tierna infancia es: “Los hombres no lloran”. Llorar es cosa de niñas: para ser un hombre de verdad hay que ser un tipo duro capaz de reprimir las emociones. Así que lo primero que aprenden los niños es a mutilarse emocionalmente a sí mismos para no parecer frágiles, y a burlarse de todos aquellos que lloran o no saben o no quieren disimular su vulnerabilidad. 

A muchos hombres esta falta de habilidades para gestionar sus emociones, para expresarse con libertad, para desahogarse y compartirse, les acompaña toda su vida. Las consecuencias para su salud emocional, psicológica, sexual y física son devastadoras. Sólo con echar un vistazo a las cifras de la violencia del hombre contra sí mismo y contra los demás, se entiende por qué la mayor parte de las personas que se suicidan en el planeta son hombres. Los hombres sometidos a la tiranía del patriarcado se autodestruyen más: sucumben al alcohol, las drogas, la conducción temeraria, las conductas de riesgo con las que demuestran su hombría y las peleas con otros machos en las que salen gravemente heridos o muertos. 

Los héroes de nuestra cultura patriarcal son superhombres, seres sobrehumanos que ni sienten ni padecen, y que logran sus objetivos y resuelven sus problemas mediante la violencia. Son casi todos seres mutilados emocionalmente con escasas habilidades para comunicarse y relacionarse con los demás. Los niños educados en el patriarcado construyen su identidad en base a estos héroes violentos y mutilados; por eso les resulta tan difícil desnudarse, abrirse y compartirse entre ellos o con sus parejas. No están acostumbrados a hablar de sus sentimientos, al contrario que las mujeres, que aprendemos desde muy pequeñas a hablar con nuestras amigas de cómo nos sentimos, y dedicamos miles de horas a hablar, pensar y fantasear sobre el amor.  

Las relaciones entre los hombres en las culturas patriarcales son extrañas. Por un lado, desarrollan su red afectiva en grupos exclusivamente masculinos. Pasan mucho tiempo de su vida juntos, aprenden juntos y tienen mucho contacto físico entre ellos gracias a los deportes. Un gol, por ejemplo, es una excusa perfecta para tocarse el culo y los genitales, abrazarse, darse besos en la boca o revolcarse por el suelo. 

Sin embargo, el resto del tiempo tienen que esforzarse mucho para reprimir estas demostraciones de afecto: los hombres se pasan toda la adolescencia y la juventud evitando el deseo sexual hacia sus semejantes. Se duchan y duermen juntos, pero bromean todo el tiempo para espantar al fantasma de la homosexualidad que les acompaña siempre que están desnudos o que se tocan entre ellos. ...
Seguir leyendo en la Revista Ajoblanco: 

22 de enero de 2018

Cómo ligan los donjuanes del siglo XXI, y por qué les cuesta tanto disfrutar del sexo y del amor





A muchas de las mujeres de hoy en día nos pasa que no nos resulta fácil encontrar un compañero sexual dispuesto a disfrutar sin miedos del sexo y del amor. Hablamos lenguajes diferentes, entendemos el amor de manera diferente, tenemos objetivos diferentes. Ellos quieren sexo y poder, nosotras queremos amor. Ellos aman su libertad, nosotras les amamos a ellos.Y en estas condiciones, resulta muy difícil encontrarnos, desnudarnos y compartir placeres sin más objetivo que intimar y disfrutar del sexo y del amor. 

El patriarcado educa a los hombres para que aprendan a diferenciar el sexo del amor. Por eso les cuesta tanto cuidar amorosamente a su compañera de juegos durante el encuentro sexual. No importa si es una compañera sexual de una o de cien noches: no logran disfrutar plenamente porque están programados para dominar, para conquistar mujeres y para defenderse del amor.

Los hombres patriarcales creen que hay dos tipos de mujeres: las buenas, de las que te puedes enamorar y con las que te puedes casar, y las malas, con las que follas pero no te comprometes emocionalmente. A unas las tratas como a princesas, a las otras como piezas de caza, o como objetos de usar y tirar. Bajo esta lógica de desprecio hacia las mujeres, la sexualidad femenina se piensa en función del deseo masculino: los cuerpos de las mujeres están para ser contemplados y penetrados por los hombres. Las mujeres se dejan o no se dejan, y en torno a estas resistencias los hombres han de emplear todas sus armas disponibles para conquistarlas.
  
Los hombres dedican mucho tiempo de sus vidas y muchas energías a demostrar su virilidad y a competir con los demás para ver quien la tiene más larga y quién conquista más mujeres. Las mujeres en el patriarcado servimos para que ellos exhiban su potencia sexual y su fertilidad: un hombre es más macho cuantas más mujeres conquiste, enamore y embarace.

Para los machos patriarcales nosotras no somos compañeras: los únicos iguales a los hombres son los hombres. Nosotras somos el enemigo y la mejor arma que tienen para dominarnos es el amor, a través del cual nos sometemos voluntariamente y nos entregamos apasionadamente. No hace falta que nos obliguen a arrodillarnos: sólo tienen que enamorarnos sin enamorarse.

En la guerra entre hombres y mujeres, el que se enamora pierde, por eso es tan importante para ellos poder gozar del sexo libres de ataduras emocionales. Una de las mejores formas para evitarlo es situar a las mujeres debajo de ellos, considerarlas inferiores, seducirlas con engaños, y utilizarlas para sus fines.

Los hombres patriarcales han sido educados para ganar todas las batallas y para ejercer su poder sobre los demás, por eso a tantos les cuesta aceptar un “no” por respuesta. Para ellos el sexo no es un intercambio de placeres entre dos personas libres, sino una demostración de poder y de virilidad.

El modelo que tienen la mayor parte de los hombres patriarcales para interaccionar sexualmente con las mujeres es el mito de Don Juan, el hombre seductor que las engaña a todas y les destroza el corazón, que se burla de sus guardianes y presume de su poder delante de los demás machos.

Los don juanes de hoy en día siguen siendo igual a los de antes: mentirosos, aduladores, inmaduros, miedosos, machistas, con complejos de inferioridad y de superioridad, estafadores emocionales que se aprovechan de la necesidad de amor en la que nos han educado a las mujeres.

Las reglas del cortejo patriarcal siguen siendo las mismas que hace siglos: para conseguir tener sexo con mujeres, los hombres tienen que ofrecer amor. Para seducirlas, endulzan sus oídos con palabras hermosas, y simulan una pasión desenfrenada y cegadora. El objetivo es que ellas lleguen a sentirse el centro de la existencia del pretendiente, que se crean las únicas, que se sientan importantes: por eso se dirigen directamente a su Ego. Utilizan la misma estrategia para derretirlas a todas: exaltan su belleza, les hacen sentir especiales, y les hablan de futuro.

A la mayor parte de las mujeres que se fascinan con un Don Juan les encanta escuchar los halagos y falsas promesas, es como una droga que les entra por los oídos y que aumenta su autoestima y su Ego. Las mujeres sin el amor de un hombre no son nada, por eso esta necesidad de ser amada para sentirse importantes. Como además tienen menos dinero y poder que los hombres, les gusta que el pretendiente haga exhibición de sus recursos y sea generoso con regalos y detalles durante el cortejo (joyas, flores, bombones, teléfonos, tablets, recargas prepago o sesiones en el salón de belleza). Cuanto más generosos son ellos, más valiosas se sienten ellas y más locamente se lanzan al amor: sin paracaídas, ansiosas de vivir un romance como los de las novelas o las películas, abiertas a escuchar todas las mentiras del mundo para aumentar un poco su machacada autoestima.

Don Juan lleva repitiendo lo mismo unos cuantos siglos: “Nunca había conocido a nadie como tú”, “Tú no eres como las demás”, “Qué ojos/sonrisa/boca/manos/cuerpo tan hermoso(s)”, “Eres una mujer maravillosa/guapa/especial/única”, “Nunca había sentido esto tan fuerte que estoy sintiendo por ti”, “Eres mi princesa y quiero que vivas a mi lado como una reina”, “Por ti soy capaz de cualquier cosa”, “Yo te traigo la luna y todo lo que tú me pidas”, “Yo quiero casarme contigo y formar una familia”, “Cada día veo más claro que eres la madre de mis hijos”, “Agradezco a la vida haberte conocido y poder ver cada día esa sonrisa maravillosa”, “Quiero que te conozca mi madre para que bendiga nuestra unión”, “Eres la rosa más hermosa de la creación”, “a ti si que voy a amarte para siempre”, y otras cursiladas parecidas que hacen las delicias de las mujeres educadas en la tradición patriarcal.

Lo que mejor  les funciona es la palabra mágica “para siempre”, o “para toda la eternidad”. Ellos creen que no hay nada más excitante para el oído de las mujeres que los tiempos conjugados en futuro inmediato o futuro lejano, saben que ellas necesitan certezas, seguridades, compromisos firmes, así que fingen que ellas tienen el poder (se arrodillan para declarar su amor) y para que crean que están dispuestos a llegar hasta el final (campanas de boda).

Esta forma de cortejo basada en la adulación se puso de moda en la Edad Media, cuando los caballeros que querían entrar en la corte seducían a las damas de la nobleza para enamorarlas y poder ascender socialmente a través del matrimonio. Inventaban canciones y poemas que recitaban arrodillados frente a la ventana del torreón, y competían entre sí para ver quién era más cursi y convincente.

Luego vino el Don Juan, el coleccionista de almas inocentes y virgos rotos que una vez logrado el objetivo (meterla y correrse) huye como si le persiguiera el diablo. Don Juan es ese macho ibérico promiscuo y mentiroso que va destrozando corazones y desvirgando doncellas por el mundo para sentirse  poderoso y para reafirmar una y otra vez su frágil masculinidad y su dudosa heterosexualidad.

A Don Juan no le importa el daño que causa en sus amantes y en los hijos que va sembrando por la vida: lo que le pone cachondo de verdad es la admiración y la envidia que causa en otros hombres. A Don Juan lo que le excita es ganar la competición de caza y alardear de sus conquistas delante de los demás machos, mucho más que el propio encuentro sexual con las mujeres a las que conquista.

Esto lo explicaba muy bien en su tesis el doctor español Don Gregorio Marañón, que habla sobre la posibilidad de que Don Juan fuese homosexual reprimido, o tuviese algún tipo de disfunción sexual que le hacía utilizar a las mujeres para ocultar lo que tuviera que ocultar. Al muchacho le preocupaba más la cantidad que la calidad, por eso tantos machos de hoy en día siguen presumiendo del número de sus conquistas sexuales, no de la calidad de sus encuentros sexuales.

Cuanto más inseguro y miedoso es un hombre, más amor y admiración necesita, y más víctimas dejará en el camino: los hombres con problemas de erección, micropenes, mutilación emocional o complejos e inseguridades varias son los que más conquistas hacen y los que nunca repiten con la misma. Su huida es el reflejo de su miedo, y cuanto más miedo tienen, más daño hacen. Para ellos el fin justifica los medios: esta es la razón por la cual les resulta imposible relacionarse como adultos, desde la igualdad, la honestidad y la sinceridad. Para ellos el amor no es un placer, sino una guerra en la que siempre quieren ganar.

El macho patriarcal pone en primer plano la defensa de su libertad y su soltería, y se cree con derecho a disfrutar de la diversidad sexual, mientras a nosotras nos la prohíben (nosotras somos unas degeneradas/putas/ninfómanas si hacemos lo mismo que Don Juan, o sea, si nos entregamos al placer con varios hombres sin comprometernos emocionalmente con ninguno).

A algunos machos patriarcales les cuesta aceptar con deportividad y elegancia el rechazo: creen que cuando una mujer le dice NO es que en realidad quiere decir que sí: lo que quiere es parecer decente para que la insistas, y si perseveras en tu tarea, ganas seguro y ella baja todas sus resistencias y se entrega plenamente al amor

Las mujeres de la época de Don Juan tenían que proteger su virginidad y su reputación, y los hombres tenían que destrozar ambas con promesas de amor y de futuro. Si una mujer se entregaba a la primera no servía como esposa, sólo como amante, por eso todas intentaban resistirse a las peticiones de los hombres, aunque lo estuviesen deseando.

Hoy en día seguimos igual: la que dice que no es una virtuosa (aunque hay que follársela igualmente, no importa lo difícil que sea la conquista), la que dice que es una fresca y una guarra que no se respeta ni a sí misma. A los machos les excitan más las mujeres virtuosas, porque son más difíciles de conquistar, y porque son piezas de caza más valiosas. A Don Juan no le gustaban las mujeres casadas, ni las prostitutas, ni las mujeres empoderadas: él iba a por las vírgenes, las inocentes, las monjas y las doncellas encerradas en sus palacios.

Don Juan es un triunfador porque de lo pesado que se pone, logra siempre su objetivo. Es por esto que los babosos creen que tienen que insistir cuando reciben un no por respuesta: saben que las doncellas al final se rinden y se dejan como en la leyenda de Don Juan, y si no se dejan, igual hay que forzarlas un poquito..

Casi todos los machos patriarcales se sienten atractivos y poderosos, por eso su Ego y su frágil masculinidad no soportan que una mujer no se derrita de inmediato ante sus encantos y sus estudiadas técnicas de cortejo. De fondo hay una especie de miedo al rechazo y al fracaso, y mucho rencor latente hacia las mujeres, tanto a las que “se dejan” (son todas unas putas) como a las que “no se dejan” (son unas estrechas pero lo están deseando).

Este odio es permanente en las relaciones que establecen los hombres machistas con las mujeres, por eso pasan tan rápidamente de los halagos a los insultos, las amenazas, las humillaciones, el acoso: algunos se ponen muy  violentos cuando quieren tener libre acceso a nuestros cuerpos y no pueden. Es un tema de poder. No quieren sexo cuando nos acosan y nos violan, individualmente y en grupo. Lo que quieren en realidad es sentirse poderosos, y alardear de su poder delante de los demás machos, como dice la antropóloga argentina Rita Segato. 

Creo que por eso a los hombres más machistas les cuesta tanto ligar y disfrutar del sexo y del amor. Su afán por dominar y ejercer el poder les impide tener relaciones bonitas, profundas y placenteras con las mujeres, porque no se relajan nunca, siempre están alerta. 

Mientras sigamos siendo para ellos animales a los que cazar y penetrar, mientras se sigan defendiendo del amor y de las mujeres, va a seguir siendo muy difícil disfrutar del sexo: poner tantos muros, cerrojos y cadenas sólo les permite tener experiencias superficiales e insatisfactorias que les dejan y nos dejan una tremenda sensación de vacío.

Son pocos los hombres patriarcales capaces de disfrutar de una experiencia sexual desde el amor, la ternura y los buenos tratos: la mayoría creen que el sexo es algo sucio que practican con mujeres sucias que no merecen ni una pizca de cariño. De hecho, creen que cuanto peor nos traten, más vamos a someternos y a mendigar su amor. Y lo peor es que tienen razón.

No tienen ni idea de cómo funciona la sexualidad femenina de las mujeres porque el porno les da una visión muy pobre del placer, centrado en su falo y la penetración y en acabar cuanto antes para demostrar la fuerza de su semen. No les gusta hablar de sexo con sus compañeras, ni se molestan en preguntarles qué es lo que les eleva a los cielos, o qué es lo que no les da placer. En esas condiciones, las mujeres fingen los orgasmos para no herir la masculinidad frágil de sus compañeros, o para que dejen de apretar el clítoris como si fuese un botón, o para que terminen cuanto antes porque no se están divirtiendo. Todo se centra en ese miedo de los hombres a no parecer machos de verdad, a no dar la talla, a no tener el poder.

Cuando se termina el folleteo, lo primero que hacen es preguntar para saber si lo han hecho bien y si se han quedado extasiadas con su potencia de macho. Lo segundo que hacen es advertirnos: “Nena, no te enamores de mí, que soy un mutiladoemocional”. Presumen de su discapacidad para disfrutar de sus sentimientos y de sus relaciones porque creen que las emociones y los afectos es cosa de mujeres. Ellas son las que aman y entregan su poder al amado, ellos mientras sacian sus necesidades sexuales sin quitarse la armadura. Y así nos va.

Los mejores orgasmos sólo pueden darse cuando los compañeros sexuales se sienten libres e iguales, cuando se tratan con respeto y ternura, cuando ambos están desnudos, se sienten seguros y en confianza, no tienen miedo de la otra persona, no tienen ninguna necesidad de manipular o de poseer a la otra persona, no construyen muros defensivos, y se entregan al placer desde la complicidad, las risas, el juego y las ganas de disfrutar y hacer disfrutar a la otra persona.

El día que seamos capaces de relacionarnos como compañeros y compañeras, podremos liberarnos de toda la carga patriarcal y de todas las luchas de poder desde las que nos relacionamos ahora. Ligamos con mentiras y engaños, elaboramos estrategias de guerra para domar al enemigo, reprimimos y disimulamos nuestras emociones, no sabemos cómo pactar para asegurarnos mutuamente el disfrute, es realmente un desastre.

No sabemos cómo cuidar a nuestras parejas sexuales ni cómo cuidarnos a nosotras mismas para que el amor sea un placer y no un sufrimiento. Mientras los hombres sigan arriba y las mujeres abajo, el patriarcado seguirá jodiendo nuestros encuentros sexuales y seguirá boicoteando nuestros orgasmos.

Así que igual estaría bien que los hombres se trabajen su masculinidad y su forma de relacionarse entre ellos y con nosotras. Es urgente también plantearnos colectivamente que otras formas de ligar y de follar son posibles, que otras formas de relacionarnos sexual y afectivamente son posibles. Sólo hay que liberar al sexo y al amor de la misoginia y el machismo que nos ponen tantas barreras al disfrute, liberarse de los miedos, y cuidarnos. Cuidarnos a nosotras mismas, cuidar al otro y dejar que nos cuiden, no importa si la relación dura una noche o veinte años.

En el fondo es una cuestión de sentido común: cuanto más libres seamos, más disfrutaremos. Se folla mejor con alguien a quien admiras y aprecias, con alguien a quien puedes mirar a los ojos y relacionarte de tú a tú. Yo estoy convencida de que la clave para compartir placeres y disfrutar de nuestras relaciones es el compañerismo, el buen trato y los cuidados mutuos. Que al final de lo que se trata es que lo pasemos todos bien y disfrutemos del amor y de la vida en buenas compañías.



Coral Herrera Gómez



Artículos relacionados: 


21 de diciembre de 2017

¿Cómo le digo a mi pareja que ya no le quiero?





Ayer publiqué un post que es un ejercicio de autocrítica y honestidad para la gente que ya no ama a su pareja y sigue en la relación, y un ejercicio para trabajar el auto-engaño para la gente que está con parejas que no están ya enamoradas (o nunca lo estuvieron), y para convertir la pregunta ¿Por qué está conmigo si no me quiere?, en otra más importante: ¿Por qué estoy en esta relación si no me quiere?

Me escribieron unas cuantas personas contándome que se habían dado cuenta de que les pasaba algunas de las respuestas, y preguntándome: "yo sé que no amo a mi pareja, y que lo está pasando mal, pero, ¿cómo se lo digo?"

Es muy sencillo. Quedas con tu pareja en un espacio tranquilo e íntimo en el que se pueda hablar, como tu casa o su casa, o vuestra casa, sin prisas ni límite de tiempo, y os sentáis frente a frente. Respiras hondo, le miras a los ojos con amor, y le explicas cómo te sientes. La clave es hacerlo en un estado anímico lo más zen posible, es decir, que te sientas tranquila, en confianza, con libertad para expresarte, cuidando el volumen, el tono, la modulación de tu voz, y tus palabras para no herir a tu pareja. Suavidad y firmeza: "Así me siento", evitando utilizar el "es que tú...". Es mejor siempre hablar de una misma, así evitas los reproches, las falsas acusaciones, y evitas que la otra persona se sienta atacada y se ponga a la defensiva. Centra el discurso en ti, y en cómo te sientes, sin justificarte, sin sentirte culpable. Habla con la misma confianza de siempre, pide no ser interrumpida o interrumpido si no es necesario. Luego escuchas a tu pareja con toda la atención amorosa del mundo, para que se sienta también libre de explicar cómo se siente.

A veces sucede que el amor se va yendo, y no hay ningún motivo que lo explique. Ocurre que estás con tu pareja tan a gusto, pero no sabes por qué te vas desenamorando, y no es culpa tuya, y no es culpa de tu pareja. Simplemente sucede. El amor no es eterno, el amor es una energía en constante movimiento que se transforma a lo largo del tiempo, que evoluciona, que hace explosión, que se contrae, y a veces, desaparece o se convierte en otro sentimiento bonito.

Con lo cual es importante que hables sin sentirte culpable. Quizás alguna vez juraste amor eterno, pero eso son cosas lindas que nos decimos para expresarle al otro nuestro deseo de poder amarle para siempre. Y como a veces no se puede, en realidad ni es un juramento, ni es una promesa: es una declaración de intenciones: "quiero amarte para siempre".

Cuando nos comprometemos con alguien emocional, sentimental y sexualmente, siempre el contrato es revisable y se puede acabar en cualquier momento. Dos seres libres que se aman pueden elegir cuanto tiempo estar con alguien, y hasta cuándo. La otra persona sólo puede aceptar con humildad y generosidad: cuando te dicen "ya no te amo", no queda otro camino que aceptarlo.

Es duro, es difícil, pero es también muy liberador. No hay nada más bello en este mundo que la libertad para poder elegir, para poder deshacer los lazos que nos unen a la gente, para poder construir nuevos lazos. No hay nada más lindo que saber que cuando alguien está con nosotras, es libre para irse cuando quiera. Por eso mismo sabemos que nos ama: porque es libre para estar y para irse. Y bueno, si ocurre que se va, nos llenamos de dolor, pero no podemos hacer nada por retener a la otra persona, ni por volverlo a enamorar. Sólo podemos aceptar lo que nos están diciendo y agradecer la honestidad, que no es lo común en nuestros días.

Despedirse con amor es posible, sólo hay que trabajarselo. Hay gente que se funde en largos abrazos, hay gente que hace el amor por última vez, hay gente que se despide con amor varias veces antes de desconectar del todo.

Esto, claro, si la otra persona se ha portado bien con nosotras y nosotras nos hemos portado bien con ella. Hay parejas que no pueden ni sentarse a hablar del odio y el rencor que sienten.
La mayoría entra en guerras románticas muy dolorosas, o en despedidas intermibables que nos quitan mucho tiempo y mucha energía, y nos hacen sufrir mucho a todos: a la pareja y a la gente que quiere a la pareja.

Así que en lugar de hacerlo mal, vamos a hacerlo bien: nos sentamos a hablar con toda nuestra honestidad, nuestra sinceridad, nuestro respeto, nuestro cariño hacia la persona con la que hemos compartido estas semanas, o meses o años de nuestra vida.

Si nuestro caso es que estamos bien con la pareja, y queremos separarnos con amor, podemos decirle muchas cosas bonitas. Podemos decir: estoy agradecida con la vida por el tiempo que hemos estado juntos. Le podemos decir: "ya no siento lo mismo, ya no estoy enamorada, ahora quiero seguir mi camino. Suelto el lazo, te doy toda la libertad para volar. Yo vuelo ya, y me despido con amor"

Podemos escuchar a la otra persona para ver cómo lo recibe, cómo se siente. Y puede haber llantos, lamentos, reproches, abrazos, sonrisas, y también puede haber mucho enojo. Y no pasa nada mientras no empecemos la guerra para hacer daño al otro: todas las emociones pueden ser expresadas, pero evitemos utilizarlas como bombas de dolor. Se trata de cuidar a nuestra pareja cuando nos separemos, y cuidarnos a nosotras mismas en todo el proceso. Cuidarse, tratarse bien, actuar con amor y empatía.

Los duelos de las historias que acaban bien son más cortos y duelen menos. Cerrar la historia con tu pareja es una de las cosas más reconfortantes del mundo en medio del sufrimiento por la pérdida. Y así es más fácil cerrar tú también por dentro una etapa de tu vida para poder empezar otra.

Así que todo son ventajas si logras hacer este ejercicio de honestidad, empatía, generosidad, y amor del bueno con tu pareja a la hora de deshacer el lazo que os ha unido. Sólo tienes que ser valiente y relacionarte desde la ternura, verás como una vez que te atreves resulta muy liberador y muy placentero saber que estás haciendo las cosas bien, o al menos, que lo estás intentando.


Coral Herrera Gómez



Aquí os propongo unas lecturas relacionadas con el tema: 


16 de diciembre de 2017

Video: Conferencia para adolescentes sobre el amor romántico









Adolescentes y amor: eran 400, llenaron el auditorio con sus risas nerviosas, sus bromas, sus hormonas revolucionadas. Según los iba viendo llegar y sentarse, me fui cargando de energía, conecté con la adolescente que yo fui, y me imaginé a mí misma escuchando a Coral Herrera, ¿qué herramientas necesitaba entonces, qué preguntas me inundaban, qué miedos me comían, qué consejos hubiese querido escuchar?. Disfruté montones conectando con mi adolescente, esa chica de barrio con su jerga de barrio, y creo que logramos disfrutar mucho todas y todos.

Fue en Madrid, en el Centro Cultural Antonio Machado, organizado por la Unidad de Igualdad del Distrito de San Blas, y está grabado con la cámara de mi móvil, espero que les sea útil para trabajar en las aulas y en casa todo este tema del sexo, el amor romántico, el machismo, la diversidad, la igualdad y el compañerismo


Aquí tenéis el vídeo de la conferencia completa:











14 de diciembre de 2017

Educación Emocional: aprender a decir adiós

No nos enseñan a decir adiós. No tenemos herramientas para gestionar las fortísimas emociones que sentimos cuando nos separamos de un amor, ni cuando se nos mueren seres queridos. En la Escuela nos hacen memorizar la lista de los Reyes visigodos pero no nos explican cómo vivir la muerte, la propia y la de nuestra gente, cómo convivir con el dolor y la tristeza, cómo canalizar la rabia y el miedo, cómo cuidarnos a nosotras mismas y a la gente que amamos, cómo pasar los duelos. Por eso sufrimos tanto cuando nuestra pareja decide continuar el camino de la vida a solas o con otras compañías, cuando rompemos con amigos o amigas, o cuando hay que despedirse para siempre. 


Necesitamos urgentemente #EducaciónEmocional: compartamos saberes y experiencias y, juntemonos para fabricar las herramientas que necesitamos para hacer frente a la vida. Para sufrir menos y disfrutar más de las relaciones, para aprender a despedirnos con generosidad y amor, para aprender a saborear el presente mientras dure, sabiendo que todo acaba, y todo se transforma, y nada permanece.

12 de diciembre de 2017

Curso de Invierno en la Escuela del Amor




Duración: 14 semanas
Inicio: 4 de Enero de 2018
Dirigido a: Mujeres, hombres y gente diversa de todas las edades y países.
Modalidad: Es un curso en línea, puedes apuntarte desde cualquier país y trabajar desde tu ordenador, tu tablet o tu teléfono.
Precio: 80 euros
El precio del curso incluye:
  • - tres chats en directo con Coral Herrera,
  • - materiales,  ejercicios y una caja de herramientas
  • - acceso a la Biblioteca del Amor, el Blog y el Cine-Fórum
  • - pasar a ser miembro permanente de la Escuela del Amor


Temas del Curso
1. Autoestima, autoamor, autocrítica amoroso y empoderamiento personal y colectivo.
2. El romanticismo patriarcal: desmitificando el amor.
3. Feminismos y masculinidades, ¿otras relaciones son posibles?
4. Soledades, rupturas, y duelos.
5. Nuestras utopías amorosas: pactos, estrategias y herramientas para sufrir menos, y disfrutar más del amor.  

Objetivos del Curso
En este curso trabajamos la autoestima y el autoamor, el empoderamiento personal y colectivo, la autocrítica amorosa y el auto-reconocimiento. Vamos a desmontar y desmitificar colectivamente el romanticismo patriarcal de nuestra cultura, y de nuestro interior. Vamos a aprender y debatir sobre los feminismos, la identidad femenina, la masculinidad patriarcal, y las relaciones heterosexuales en la era posmoderna de los amores líquidos. Vamos a hablar de nuestras soledades, de nuestros duelos y nuestras rupturas. Vamos a terminar imaginando otras formas de querernos, estableciendo pactos con nosotras mismas y con las compañeras, trabajando en todo aquello que queremos eliminar, añadir o transformar de nuestras vidas. Diseñaremos nuestra propia utopía amorosa colectivamente, y compartiremos herramientas para gestionar nuestras emociones, para llevar la teoría a la práctica, y para sufrir menos, y disfrutar más del amor. 
El trabajo se divide en cinco módulos que duran dos semanas, en cada uno de ellos haremos ejercicios para trabajar individual y colectivamente. Además, dispondremos de materiales, un foro de acompañamiento y una caja de herramientas colectiva para trabajar durante todo el cuatrimestre juntas. 
Vente con nosotras a trabajarte el amor, ¡en compañía se desaprende mejor!

Toda la info y el botón de inscripción están en mi web, 
apúntate a a la Escuela del Amor de Coral Herrera aquí: 

10 de diciembre de 2017

Escuela del Amor






Hola, soy Coral Herrera Gómez, y os doy la bienvenida a mi Escuela del Amor: Otras formas de quererse, un espacio de formación, debate, comunicación, creatividad, reflexión y acompañamiento colectivo en torno a los estudios sobre el amor romántico. La filosofía de este espacio virtual está basada en la idea que que lo romántico es político, que ningún amor es ilegal, y que se puede sufrir menos, y disfrutar más del amor.
Soy muy activa en redes sociales y escribo en un blog desde hace siete años con una perspectiva multidisciplinar, feminista y queer. Soy Doctora en Humanidades y Comunicación Audiovisual por la Universidad Carlos III de Madrid, escribo artículos e imparto conferencias, y he trabajado como consultora y docente en instituciones como UNESCO, ILANUD, Universidad de la Sorbona, Universidad Carlos III de Madrid, UNED de Costa Rica... Mi investigación doctoral se tituló: "La construcción sociocultural de la realidad, del género y del amor romántico", y desde entonces he publicado cinco libros sobre la temática, y he impartido talleres y conferencias en diversos países del mundo.
En la Escuela del Amor imparto talleres monográficos y el curso regular, Otras formas de quererse, que dura un cuatrimestre. Hay cuatro ediciones al año y empiezan con cada cambio de estación: Curso de Primavera, Verano, Otoño, e Invierno. La Escuela es mixta, para hombres y mujeres de todas las edades, países, orientaciones sexuales, etc. Es una Escuela inclusiva en la que pueden participar también las parejas o las organizaciones amorosas de más de dos,  toda la diversidad de identidades de género, y toda la gente que quiera trabajarse lo romántico en buenas compañías.   Los cursos empiezan en marzo, junio, septiembre y enero.
En la Escuela podrás unirte también al Laboratorio del Amor, una red social sólo para mujeres, y un espacio de trabajo permanente y colectivo lleno de recursos para el estudio sobre las distintas temáticas relacionadas con las emociones y las relaciones de pareja(s). En este espacio trabajamos en torno al análisis de nuestra cultura amorosa en foros temáticos, hacemos ejercicios y fabricamos herramientas colectivas que nos permitan gestionar nuestras emociones, construir relaciones sanas, igualitarias y bonitas, despatriarcalizarnos, y desmitificar el amor romántico. Somos mujeres muy diversas que además de filosofar sobre el amor y compartir materiales y recursos, nos escuchamos y nos acompañamos en nuestros procesos personales. El Laboratorio no tiene una duración limitada: puedes unirte a nosotras cuando quieras, cualquier día del año, y desapuntarte en cualquier momento.  Celebramos dos chats al mes y tenemos también un blog privado, una Biblioteca del Amor, un espacio de cine fórum, y un foro de acompañamiento. 

Si quieres saber más sobre la filosofía de esta escuela virtual, puedes leer Otras formas de Quererse son posibles, y en Sufrir menos, y disfrutar más del Amor.
Si quieres saber más sobre el Laboratorio del Amor, aquí puedes acceder a toda la información y al botón de inscripción.
Si quieres saber más sobre mi y sobre mi trabajo, puedes hacer click aquí. 
Si quieres información sobre el curso Otras formas de Quererse, sigue leyendo

Curso de Invierno, ¡ya puedes apuntarte!



Duración: 14 semanas
Inicio: 4 de Enero de 2018
Dirigido a: Mujeres, hombres y gente diversa de todas las edades y países.
Precio: 80 euros
El precio del curso incluye:
  • -tres chats en directo con Coral Herrera,
  • -materiales,  ejercicios y una caja de herramientas
  • -acceso a la Biblioteca del Amor, el Blog y el Cine-Fórum
  • -pasar a ser miembro permanente de la Escuela del Amor


Temas del Curso
1. Autoestima, autoamor, autocrítica amoroso y empoderamiento personal y colectivo.
2. El romanticismo patriarcal: desmitificando el amor.
3. Feminismos y masculinidades, ¿otras relaciones son posibles?
4. Soledades, rupturas, y duelos.
5. Nuestras utopías amorosas: pactos, estrategias y herramientas para sufrir menos, y disfrutar más del amor.  

Objetivos del Curso
En este curso trabajamos la autoestima y el autoamor, el empoderamiento personal y colectivo, la autocrítica amorosa y el auto-reconocimiento. Vamos a desmontar y desmitificar colectivamente el romanticismo patriarcal de nuestra cultura, y de nuestro interior. Vamos a aprender y debatir sobre los feminismos, la identidad femenina, la masculinidad patriarcal, y las relaciones heterosexuales en la era posmoderna de los amores líquidos. Vamos a hablar de nuestras soledades, de nuestros duelos y nuestras rupturas. Vamos a terminar imaginando otras formas de querernos, estableciendo pactos con nosotras mismas y con las compañeras, trabajando en todo aquello que queremos eliminar, añadir o transformar de nuestras vidas. Diseñaremos nuestra propia utopía amorosa colectivamente, y compartiremos herramientas para gestionar nuestras emociones, para llevar la teoría a la práctica, y para sufrir menos, y disfrutar más del amor. 
El trabajo se divide en cinco módulos que duran dos semanas, en cada uno de ellos haremos ejercicios para trabajar individual y colectivamente. Además, dispondremos de materiales, un foro de acompañamiento y una caja de herramientas colectiva para trabajar durante todo el cuatrimestre juntas. 
Vente con nosotras a trabajarte el amor, ¡en compañía se desaprende mejor!


Coral Herrera 



Tienes toda la info y el botón de inscripción en mi web: 

http://otrasformasdequererse.com

5 de diciembre de 2017

5 propuestas para acabar con la violencia machista






1. Educación en Igualdad, Diversidad, Sexualidad y Emociones. 

No sirve de nada que enseñemos a poner condones a la gente joven, si no les enseñamos a tratarse bien cuando se juntan en pareja. No sirve de nada que les enseñemos en un gráfico cómo son los genitales masculinos y femeninos, si no les explicamos que hay niñas con pene y niños con vagina. No sirve de nada que se aprendan la lista de los reyes godos si luego no saben cómo gestionar un duelo romántico y cómo separarse con amor y cariño. 

Si, los niños y las niñas necesitan aprender a respetar y a valorar la diversidad: sólo así podríamos acabar con el acoso escolar hacia las personas raras que no se adaptan a los cánones de la "normalidad" patriarcal y hegemónica: todos somos únicos y diferentes, pero tenemos los mismos derechos. Ningún amor es ilegal, y todos tenemos derecho a amar a quien queramos: sólo con estos principios podríamos acabar con la violencia hacia gays, lesbianas, personas transexuales, y gente diversa e inclasificable. 

También necesitan aprender a gestionar sus emociones: sus miedos, su rabia, su deseo sexual, su alegría y su euforia, su tristeza, su ira, sus frustraciones. No es justo que sólo les ofrezcamos una solución terapéutica cuando ya han sufrido y están sufriendo horrores: los y las psicólogas están ahí no sólo para ayudar cuando estamos viviendo situaciones dolorosas, sino para ayudar a la gente a construir sus propias herramientas y estrategias para gestionar sus sentimientos.

También es fundamental enseñar a los niños y a las niñas lo que es el feminismo y para qué sirve y la importancia de los derechos humanos de las mujeres, para ello es preciso que todas las asignaturas estén atravesadas por una perspectiva de género de manera que las mujeres que se borraron del mapa, vuelvan a estar presentes. matemáticas, políticas, gobernantes, poetisas, artistas, astrónomas, doctoras, guerrilleras, filósofas, novelistas, químicas, físicas, periodistas han de ser rescatadas del olvido para que los niños y las niñas entiendan por qué fueron borradas e invisibilizadas. 


Coral Herrera Gómez Blog

Formulario de contacto

Nombre

Correo electrónico *

Mensaje *

Únete al Laboratorio del Amor

Únete al Laboratorio del Amor
Para saber más pincha en la imagen